ASESINATO

Racismo y muerte en Carrefour son la punta de iceberg que involucra multinacionales

Cadenas productivas globales que operan en Brasil están íntimamente imbricadas en problemas tan graves como el racismo

Traducción: Pilar Troya

Brasil de Fato | São Paulo (SP) |
Una tienda de la multinacional Carrefour después de protesta en São Paulo. En sus países de origen, el comportamiento de esas empresas es muy diferente - Vitor Shimomura

En Brasil, el hipermercado Carrefour adopta un comportamiento racista desde 2009. Ese año, empleados de una unidad en Osasco golpearon a un hombre negro, Januário Alves de Santana. Carrefour alegó que Januário estaba intentando robar un carro. Detalle: el carro era del propio Januário.

En 2018, Luís Carlos Gomes, hombre negro, deficiente físico, fue golpeado en el baño del Carrefour en São Bernardo do Campo. Acusación: abrir una lata de cerveza dentro de la unidad.

El caso más reciente fue este fatídico 2020. La víspera del Día de la Consciencia Negra, dos guardias de seguridad blancos golpearon hasta matar a João Alberto Silveira Freitas, un hombre negro. Acusación: discutir y gritar con una empleada, en una unidad de la empresa en Porto Alegre.

Esta muerte es una tragedia anunciada. Basta mirar los antecedentes de Carrefour. Entre los golpes de 2009 y el asesinato de 2020, son 11 años de negligencia y una serie de otros acontecimientos. Entró a la historia, por ejemplo, el comportamiento de la empresa el 14 de agosto de 2020. Para no cerrar una unidad en Recife, cuando un tercerizado cayó muerto en los corredores de la tienda, Carrefour simplemente escondió el cadáver detrás de media docena de paraguas abiertos. Y la tienda siguió funcionando “normalmente”.

Los casos siguen saliendo a la superficie. Después de la repercusión del asesinato de João Alberto, la jueza Cristina Cordeiro, del Tribunal de Justicia de Rio de Janeiro, resolvió volver público otro episodio involucrando a la red francesa, que habría ocurrido entre 2017 y 2018.

Una mujer negra, lesbiana, pobre y dependiente química, presa por supuestamente hurtar alimentos en una filial de Carrefour en Rio de Janeiro, fue golpeada y violada por empleados del supermercado.

¿Qué hacer?

¿Que debemos hacer? ¿Boicotear a Carrefour y comprar en otro supermercado? Lamento informarles: no hay mucha diferencia.

En el sector de alimentos, las cadenas productivas globales que operan en Brasil están íntimamente imbricadas en problemas tan graves como el racismo. Los casos son de trabajo esclavo, trabajo infantil, contaminación por agrotóxicos, tortura, amenaza, invasión de territorios indígenas, apropiación de tierras con documentos falsificados, fraudes tributarios, falsificación de títulos de tierra, deforestación, incendios forestales.

Seria inviable detallar tantos acontecimientos en este artículo, pero es posible presentar algunos ejemplos. Nos enfocaremos en tres. Son casos que demuestran la gravedad del escenario, en lo que tiene que ver con las corporaciones transnacionales que actúan en el país.

Lea también: Industria de alimentos sigue la ética del mercado de drogas

Carrefour, Pão de Açúcar y Big-Walmart

Las tres mayores redes de supermercados de Brasil –Carrefour, Pão de Açúcar y Big-Walmart – venden frutas producidas mediante sufrimiento humano. Investigaciones realizadas por este autor en 2019, en asociación con Oxfam Brasil, muestran que los trabajadores que producen las frutas de las redes de supermercados están entre los 20% más pobres de Brasil. Es una cadena productiva marcada por irrespeto a las mujeres trabajadoras, contaminación por agrotóxicos y condiciones laborales degradantes en diversas áreas productivas.

Son personas que producen las frutas que comemos y  cuya dignidad es destruida por el comportamiento depredador de la cadena productiva. Más de 75 mil personas firmaron la petición pidiendo a los supermercados tomar medidas. Aún es posible firmar.

También puede interesarle: Tortura de animales en el sector de alimentos y cosméticos

Coca Cola

La cadena productiva del azúcar tiene a la Coca Cola como principal financiadora de plantas y embotelladoras de refrigerantes involucrados en una serie de crímenes, entre ellos tortura, amenaza de muerte, trabajo esclavo, invasión de territorios indígenas, fraudes y apropiación de tierras con documentos falsificados.

El caso más reciente es de marzo de 2020. La pescadora Maria de Nasareth, líder comunitaria en una área ilegalmente ocupada por la planta Trapiche  –que tiene a Coca Cola como su principal financiadora–, fue torturada por policías al servicio de la planta, que intentaban expulsarlas de las áreas de extractivismo existentes en el lugar.

La Coca Cola también está al frente de maniobras fiscales que llevan al sector de refrigerantes a dejar de pagar, todos los años, R$ 3.000 millones (US$ 558 millones) en impuestos. Los detalles de la operación en este artículo publicado por el autor.

Lea también: Sindicato va al MPT contra jornada de 12 horas continuas en fábrica de Coca Cola

La multinacional está involucrada en operaciones de sobrefacturación del precio del jarabe de azúcar producido en Amazonas, con el objetivo de generar créditos tributarios ilegales, para las propias embotelladoras de la Coca Cola en otras regiones del país, de acuerdo con levantamiento de la Receita Federal [Servicio de Rentas Internas].

Embotelladoras vinculadas a esa empresa están entre las líderes de incumplimiento en el pagamento de impuestos. Apenas una de ellas tiene más de R$ 1 billón en impuestos no pagados, inscritos en la Deuda Activa de la Unión.

Nestlé

El mes pasado, la empresa dio inicio a una gigantesca operación de marketing con el objetivo de dar a la marca una apariencia de sustentabilidad. Por intermedio de un alimento llamado Mucilon, prometió plantar un millón de árboles de la Mata Atlántica. Con el lema “Mucilon: Cuidando el planeta para su hijo”, la empresa dice que se trata de “una operación global de sustentabilidad” con el objetivo de “construir un futuro cada vez mejor para todos y, principalmente, para nuestros niños”.

Se trata de una operación de greenwashing, como se conoce la técnica de crear una imagen positiva para esconder prácticas predatorias o violaciones a los derechos humanos.

Nestlé es la principal financiadora del trabajo infantil en la cadena productiva del chocolate vendido en Brasil. Investigaciones realizadas por el autor, en asociación con el Ministerio Público del Trabajo y la Organización Internacional del Trabajo, muestran que Nestlé y otras cuatro multinacionales, usan el trabajo infantil de ocho mil niños y adolescentes en actividades dañinas para la salud y la formación escolar.

El caso es de conocimiento público desde 2019. Hasta el momento, Nestlé mantiene un ruidoso silencio sobre el mismo, que involucra no solo trabajo infantil sino también trabajo esclavo.

Las otras empresas involucradas son Mondelez, Barry Callebaut, Cargill y Olam Brasil, igualmente patrocinadoras del trabajo esclavo e infantil.

Sepa más: Café “Nespresso”, de Nestlé, explota trabajo infantil

El papel de las empresas

Asesinato, racismo, trabajo infantil, tortura, amenazas, trabajo esclavo, violencia contra pueblos indígenas. Esta lista de problemas está íntimamente ligada a las mayores empresas de alimentos del mundo.

Todas ellas tienen sus matrices fuera de Brasil. En sus países de origen, el comportamiento de esas empresas es muy diferente.

En Suiza, donde Nestlé es una de las mayores empresas, el trabajo infantil es intolerable. ¿Por qué se acepta en las operaciones de Nestlé en Brasil?

En Francia, país sede de Carrefour, el racismo es inaceptable dentro de las tiendas de la empresa. ¿Por qué en Brasil aún es tolerado, por lo menos desde 2009, a punto de culminar en asesinato?

En la matriz de la Coca Cola, en los Estados Unidos, no hay registros de vínculo con empresas ligadas a tortura e invasión de tierras. ¿Por qué se tolera en Brasil?

Empresas, gobiernos, sociedad civil y consumidores se tornaron rehenes de sus propias hipocresías. Sin una unión de esfuerzos que de un basta a tanta condescendencia, nada va a cambiar.

El ejemplo podría venir de Carrefour, que es el caso en el candelero hoy. Quien sabe cerrando para siempre la tienda de Porto Alegre y financiando allí un centro de estudios sobre derechos humanos, gestión pública responsable y consumo saludable.

Hay que cambiar. El cambio tiene que ser para ayer. Comenzando por la posición del gobierno, que hace meses asume aires claramente neofascistas, bajo las miradas complacientes de bancos, industrias, parlamentarios y grandes inversionistas. Ellos se merecen.

*Marques Casara es periodista e investigador especializado en investigación de cadenas productivas, con foco en derechos humanos y medio ambiente.

**Este es un artículo de opinión. La visión del autor no necesariamente expresa la línea editorial de Brasil de Fato.

Edición: Rodrigo Chagas