En un período de disputa política intensificada en el país, una nueva forma de representación ha sido cada vez más común en las elecciones: las candidaturas colectivas. Ellas surgen principalmente de las periferias de las grandes ciudades brasileñas y quieren transformar la política a partir de donde sus pies pisan, pensando en la colectividad. Su misión es ocupar el lugar actualmente reservado al hombre blanco y propietario.
Un ejemplo es la Bancada da Quebrada, lista formada por representantes de diferentes periferias de São Paulo (SP), que tiene como propuesta poner a la periferia en el centro de la discusión y llevar la potencia de la colectividad a los espacios tradicionales de poder.
“Necesitamos de personas para legislar colectivamente, que rompan con la lógica del poder individualista, la lógica del cada uno por sí mismo”, argumenta Anderson Severino, idealizador de la lista colectiva y morador del barrio Capão Redondo, zona sur de la capital paulista.
Existe mucha intelectualidad en la periferia, proyectos, personas capacitadas.
Severino ya participó, solo, en dos otras elecciones, pero esta vez, decidió unir fuerzas a otros candidatos que tienen en común, además de la vivencia en las periferias, el enfoque en algunas pautas específicas: la educación popular y el antirracismo. Para ellos, la combinación de los dos temas es central para que la democratización del acceso a los espacios de poder.
“Existe mucha intelectualidad en la periferia, proyectos, personas capacitadas, lo que no existe es conocimiento del pueblo sobre los trámites burocráticos de las enmiendas de ese dinero para ayudar a su propia realidad. Y lo que queremos es desburocratizar y dar acceso al pueblo a ese dinero que es suyo”, afirma Lucas Arcanjo, profesor de historia de la red de educación pública e integrante de la lista.
El formato de candidatura colectiva aún no está previsto por las reglas del Supremo Tribunal Electoral (STE), por lo tanto, solo una persona puede registrar su nombre y tener poder de discurso y voto en la tribuna. Pero esa limitación no ha impedido que la estrategia venga popularizándose a lo largo de los años.
La periferia puede mostrar un nuevo tipo de sociabilidad y política, basada en el afecto, en el respeto y el perdón.
Según estudio de la Red de Acción Política por la Sustentabilidad, entre 2012 y 2014, se presentaron 7 candidaturas colectivas en el país. Entre 2016 y 2018 el número subió a 98.
Una de las experiencias más conocidas es la de la llamada Bancada Activista, que consiguió reunir 149.844 votos, convirtiéndose en la mayor votación de candidatura colectiva o compartida que ha habido en Brasil, además de la 10ª candidatura con más votos del estado de São Paulo en 2018.
Semillas de Marielle
Otro ejemplo de lista que apuesta por la colectividad es Nossa Cara, lista compuesta por tres mujeres negras de la periferia de Fortaleza (estado de Ceará). Siguiendo el legado de Marielle Franco, ellas ponen en la agenda la concientización política a partir de lo afectivo y lo cotidiano, enfocado en las relaciones comunitarias.
“Somos tres militantes, reconocidas por nuestro trabajo, anclado en las periferias. Hacemos la construcción de esa política del día a día, así como Marielle Franco. Entonces, creemos que es posible decir que incluso con problemas, la periferia puede mostrar un nuevo tipo de sociabilidad y política, basada en el afecto, en el respeto y en el perdón” afirma Adriana Gerônimo, uno de los nombres de la lista.
Nuestro deber es continuar abriendo caminos como nuestras ancestras.
En un contexto de creciente militarización del estado de Ceará, y de la represión policial en las periferias, los riesgos de las mujeres periféricas que se colocan en la disputa del poder, se vuelve más evidente. Aún así, las candidatas creen en la importancia de su candidatura para la actualidad y para la historia.
“La mujer entrando en ese espacio político rompe con una lógica que es quebrar la estructura política, que es una estructura de mantener a las mismas personas con los mismos privilegios. Sabemos que, en tanto mujeres negras, ser candidatas, poner la cara de santas, nos vuelve aún más vulnerables, porque ya no tenemos seguridad para vivir esta ciudad. Pero creemos que nuestro deber es continuar abriendo caminos como nuestras ancestras”, relata Gerônimo.
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Reacción al cristofascismo
En el centro de las periferias también se encuentra la discusión sobre fe y política. Buscando dar alternativa a la narrativa bolsonarista, que ganó 46% del voto de los cristianos periféricos, un grupo de Porto Alegre (estado de Rio Grande do Sul), también decidió disputar colectivamente las elecciones.
Compuesto por cuatro integrantes cristianos, ellos afirman que la decisión vino de la necesidad de combatir el cristofascismo creciente en el país.
“Brasil siempre fue ese país donde política y religión no se discuten. ¿Y cuál fue el resultado de eso? Fue Bolsonaro... porque mucha gente creyó que el estaba dialogando con las personas de fe. Entonces, entendemos que es una necesidad disputar esos espacios públicos para no permitir que sean ocupados por grupos fundamentalistas.
Edición: Rodrigo Chagas