Entrevista

Operación que denunció Temer y Aécio expone fisuras entre los mentores del golpe

Ronaldo Pagotto, de la Consulta Popular, enumera diferencias entre la Operação Greenfield y la Lava Jato

Brasil de Fato | São Paulo (SP) |
Temer durante el pronunciamento de este jueves (18), donde afirmó que no renunciará
Temer durante el pronunciamento de este jueves (18), donde afirmó que no renunciará - Valter Campanato/Agencia Brasil

La operación Greenfield, que investiga fraudes en fondos de pensión, y que denunció al presidente golpista Michel Temer (PMDB) y al senador Aécio Neves (PSDB) este último miércoles (17), deja en evidencia una división en el campo de las “fuerzas golpistas”, evalúa el abogado y militante de la Consulta Popular Ronaldo Pagotto:

“Una parte defiende la Lava Jato por encima de todo. Es de la línea de que es necesario punir y que los agentes del Estado conducirán cambios en la política. El otro campo es el del Parlamento, que podemos llamar de “vieja política”, integrado por el PMDB y las fuerzas que sustentan al gobierno Temer”.

Temer es acusado de haber autorizado la compra del silencio del ex diputado Eduardo Cunha (PMDB) en la cárcel, por parte de Joesley Batista y su hermano Wesley, dueños del frigorífico JBS. Aécio Neves habría pedido 2 millones de Reales (unos 700 mil dólares) a Joesley. En la tarde de este jueves (18), Temer afirmó en un pronunciamiento que “no compró el silencio de nadie”y que no teme a las delaciones. Los audios fueron liberados enseguida, y puede escucharlos aquí.

Pagotto también comparo la Operación Greenfield con la Lava Jato, enfatizando las ilegalidades cometidas por el juez Sérgio Moro. “No hubo prisión arbitraria, no hubo conducción coercitiva. Hubo investigación, recolección de pruebas, y sólo después los hechos salieron a la luz (por los medios). ¿Te das cuenta la diferencia de ese caso con la conducción coercitiva de Lula?”, comparó.

Lea la entrevista completa:

Brasil de Fato: ¿Cuál es la diferencia entre la operación de este miércoles (17) y la Lava Jato?

Ronaldo Pagotto: Es otra forma de proceder, sin los vicios tradicionales de la Lava Jato. No hubo prisión arbitraria, ni conducción coercitiva. Hubo investigación, recolección de pruebas, y sólo después los hechos salieron a la luz (por los medios). ¿Te das cuenta la diferencia de este caso con la conducción coercitiva de Lula? Ayer, el dinero fue controlado, se filmó cuando lo recibieron, y se vio dónde lo depositaron. No es posible decir que la operación fue ilegal. Lo de ayer era parte del mismo proceso. Como son figuras del Parlamento tienen foro especial, que exige que la operación sea determinada por el Supremo Tribunal Federal y no por el juez de primera instancia.

La delación premiada de los ejecutivos de la JBS que comprometió a Michel Temer (PMDB), y al senador Aécio Neves (PSDB), explicita divisiones en el campo de la derecha. ¿Qué fuerzas traban esta disputa?

Esta operación evidencia una división en el campo de las fuerzas que condujeron el impeachment, que vamos a llamar aquí de “fuerzas golpistas”. Una parte defiende la Lava Jato por encima de todo. Es de la línea de que es necesario punir y que los agentes del Estado conducirán cambios en la política.

El otro campo es el del Parlamento, que podemos llamar de “vieja política”, integrado por el PMDB y las fuerzas que sustentan al gobierno Temer.

Luego de consumado el impeachment, pasaron a disputarse entre sí. La grabación de Sérgio Machado (ex presidente de Transpetro) con el senador Romero Jucá –líder del gobierno en el congreso- deja esto en evidencia: una parte del Parlamento está preocupada en frenar la operación Lava Jato.

Después de eso, se dieron disputas entre las “Diez medidas contra la corrupción” y la ley Contra el Abuso de Autoridad. Esas dos propuestas de ley también evidencian la disputa anterior. Y por último, la posición de Gilmar Mendes (ministro del Tribunal Superior Electoral) sobre lo que Moro y Rodrigo Janot (Procurador General de la República) proponen.

Además de Gilmar Mendes, otras figuras de la derecha brasileña como Reinaldo Azevedo (columnista de la revista Veja), han expresado una línea contraria a Moro y Janot. Esto demuestra que hay una división, y que la operación de ayer afecta al campo de la derecha tradicional parlamentaria, que vive de concesiones y negocios.

Esta denuncia existe desde marzo y fue pública solamente después de dos meses. ¿Ya hay alguna evaluación de porqué esto solamente saltó ahora?, ¿Las movilizaciones populares que ocurrieron durante este tiempo pueden haber influenciado?

Hay varios análisis sobre la delación que salió ayer. Hay un cierto consenso de que fue muy sorprendente, porque su objetivo fue el presidente ilegal Temer, y una figura importante de la derecha tradicional como Aécio Neves. Fue una sorpresa tanto para campo progresista y democrático, como para el campo conservador que articuló el impeachment de Dilma.

Hay interpretaciones de que esto sería una respuesta a las manifestaciones contrarias a las reformas y por las “Directas ya”, en los días 15 de marzo y 28 de abril. Fueron dos actos importantes, gigantescos en esta coyuntura, con presencia de fuerzas de varias vertientes, el campo sindical, movimientos populares, juventudes, movimiento de mujeres, en fin, una infinidad de campos.

Una de las hipótesis es que después de eso Temer no tendría condiciones de aprobar las reformas necesarias, y se estaría “deshidratando” (este es el término político utilizado), y que por lo tanto ya no le daría respuestas al campo golpista y no conseguiría cumplir las tareas.

Otra interpretación es que esto ocurrió a causa de contradicciones y disputas internas de la derecha, y una cierta autonomía de las operaciones entorno de la Lava Jato, que no es totalmente controlada por las fuerzas que impulsaron el impeachment.

Frente a esto: ¿Cómo evalúa la operación Lava Jato?, ¿Es posible decir que es buena para el Brasil?

Esa es una gran cuestión. La corrupción en Brasil está casi que asociada a la actividad política, y eso viene de nuestra cultura de afirmar que todo lo que viene de la política está asociado a la corrupción, y eso no es verdad.

La actividad política es importante, no puede ser tratada únicamente asociada a la corrupción. Pero sin embargo la corrupción es un problema histórico en Brasil. En los últimos años, y especialmente en la última década, las medidas de combate a la corrupción se ampliaron mucho, con la aprobación de leyes como la de Delación Premiada, que permite acuerdos para punir a los corruptos y no afectar la actividad económica como un todo. La propia reestructuración de la Policía Federal en los últimos diez años fue algo bien significativo. Eso genera la sensación de que la corrupción aumentó, pero en realidad cambió de calidad, cambió la forma en que se realiza.

La corrupción antigua, aquel desvió de recursos de las cajas de las Alcaldías, los gobiernos, está cada vez más sofisticada. Por eso, para ser descubierta exige operaciones más complejas. La Lava Jato, obviamente, es una de esas operaciones de combate a la corrupción en Brasil. Trata casos de corrupción asociados a empresas estatales, y ha revelado un esquema corrupto bastante grande. El problema es que la propia operación ha atentado contra las garantías de la constitución, y por eso, ha sido objeto de muchas críticas.

No se critica que sea una operación de combate a la corrupción, porque ese es un compromiso del conjunto de la sociedad, y sobre todo de los sectores democráticos de Brasil. Pero no se puede combatir la corrupción dejando a un lado las garantías que la Constitución brasileña establece.

Por ejemplo, si en nombre de combatir la corrupción divulgás información de forma selectiva de algunas figuras públicas para que eso sirva como elemento para el debate y la acción política, entrás en el terreno de la ilegalidad. Y eso ha venido ocurriendo con la Lava Jato.

Los propios procuradores de la operación admitieron que su foco es comprobar los problemas y posibles desvíos en los gobiernos Lula y Dilma. O sea, esta operación no va a investigar parlamentarios que eran de la oposición, ni a sus partidos.

Es tan así, que una de las figuras más denuncias y delatas en el marco de la Lava Jato, es el propio Aécio Neves. Solamente ayer, a partir de una prueba producida con autorización judicial –y que todo indica que es bastante cabal-, las investigaciones se enfocarán en él. Hasta entonces, venía saliendo ileso en este proceso.

Otro aspecto es que una conducción coercitiva solamente se justifica en caso de que haya resistencia. Es decir, la primera medida es convocar al testigo, o al investigado a comparecer ante la Justicia. En caso de que se niegue, ahí sí, la segunda medida es una conducción coercitiva. Es una medida de fuerza, de la que no se puede abusar.

La tercera ilegalidad es que la Lava Jato abusa de las prisiones cautelares, que son prisiones preventiva, sin que hayan sido juzgados todavía. Esa es una situación que se repite en la justicia brasileña como un todo.

Entonces, la Lava Jato hace lo que acontece en todo Brasil, pero en todos lados es necesario denunciar, porque son críticas que buscan defender la democracia y la Constitución, no privilegios o intereses de sectores involucrados en la corrupción.

Si la operación presenta estas ilegalidades, pero ha expuesto casos de corrupción que no habían sido expuestos anteriormente, ¿Cómo el campo democrático debe lidiar con ella?

El campo democrático está en pleno debate sobre esto. Lo primero es denunciar todo tipo de arbitrariedad que esta operación cometa. Entonces, hay que denunciar el abuso de las prisiones preventivas, así como las filtraciones selectivas con fines de actividad política, que buscan perjudicar determinados campos políticos y favorecer otros.

Al mismo tiempo, tenemos que afirmar que combatir la corrupción es una bandera progresista y democrática, y que tenemos que defenderlo siempre. Denunciar las ilegalidades no tiene nada que ver con la idea de defender privilegios o corruptores y corruptos.

Hasta porque en realidad esta crisis del gobierno ilegal de Temer tiene que ver con el propio proceso golpista. No depusieron a Dilma para enfrentar ningún problema, sino para facilitar la corrupción, retirar los derechos y hacer sus negocios. Como hemos dicho, para entregar el patrimonio nacional y para aumentar la corrupción.

Estas operaciones tenemos que observarlas con cautela, porque han demostrado que la corrupción no fue interrumpida, sino amplificada. Este Congreso creía que la Lava Jato había cumplido su papel de animar a las fuerzas conservadoras al impeachment, y que podrían controlarla. Pero no pueden. La Lava Jato tiene una cierta autonomía en relación a esas fuerzas.

Después del golpe, esas mismas fuerzas condujeron el proceso, creyendo que sería un paseo. Los actos de marzo y abril demostraron que no lo era ni lo será. Los golpistas no la tendrán fácil. Los actos del fin de semana que viene, y el del 24 de mayo en Brasilia, prometen ser grandes actos contra las reformas, y ahora también por las “directas ya”.

Este proceso, y sobre todo la denuncia de ayer, solamente nos deja una salida: devolverle al pueblo la oportunidad de definir quién va a conducir la República. No hay medios términos. Es el fin del golpe y hay que hacer elecciones directas ya.

Edición: Vanessa Martina Silva | Traducción: Marcelo Aguilar