El sábado 16, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, sostuvo una reunión bilateral con el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel. El encuentro ocurrió al finalizar la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Grupo de los 77 (G77) y China.
La reunión tuvo lugar en el Palacio de la Revolución –sede de la presidencia cubana– y duró poco más de una hora. Esta es la tercera vez que los dos presidentes se reúnen este año. La primera fue en la cumbre de la CELAC en enero. El segundo encuentro tuvo lugar en París, en junio, después de que los mandatarios visitaran al Papa Francisco.
Durante esta tercera reunión, se discutieron temas relacionados con la agenda bilateral y regional. También se firmaron acuerdos de cooperación que "ampliarán el intercambio de tecnologías entre ambos países", según el gobierno, que añadió que estos consensos "simbolizan la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Brasil y Cuba, que habían sido abandonadas en los últimos años".
Este es el primer viaje oficial de un presidente brasileño a Cuba en nueve años. La delegación oficial que viajó a Cuba incluyó a los ministros Paulo Teixeira (Desarrollo Agrario y Agricultura Familiar), Luciana Santos (Ciencia y Tecnología) y Nísia Trindade (Salud), entre otros.
Después de la reunión, y antes de viajar a Nueva York, donde el mandatario brasileño participará en la Asamblea General de Naciones Unidas, Lula aprovechó para visitar a Raúl Castro, líder histórico de la Revolución Cubana. El encuentro se celebró en la casa del expresidente y duró cerca de 30 minutos.
Brasil y Cuba desarrollarán medicamentos juntos
En el área de salud se firmó un protocolo de cooperación que prevé el intercambio de tecnologías y conocimientos. El protocolo cubre una serie de temas, tales como: enfermedades crónicas, desarrollo de vacunas, biotecnología y biodiversidad, enfermedades transmisibles, etc. Por lo tanto, además de desarrollar productos innovadores, los países buscan promover alianzas públicas y público-privadas.
Además, está prevista una colaboración entre instituciones estatales de ambos países: la Fiocruz brasileña y la Biofarma cubana. De esta manera, dos medicamentos desarrollados en Cuba pasarán a ser producidos en Brasil: NeuroEpo, utilizado para retrasar los efectos de la enfermedad de Alzheimer y Eritropoyetina, usado para tratar la anemia derivada de la insuficiencia renal. También se utiliza para tratar la leucemia y otras enfermedades.
"Lo importante de este acuerdo es que Brasil se beneficie del conocimiento de vanguardia que Cuba ha desarrollado a través de años de inversiones en esta área", explicó la ministra de Salud brasileña, Nísia Trindade. "En este desarrollo conjunto, Brasil aporta su experiencia en investigación clínica y su capacidad de producción a escala, en laboratorios públicos y privados".
Además, se firmaron otros dos acuerdos. En el área de Ciencia y Tecnología se acordó la reanudación de la cooperación iniciada en 2002. Se definieron como prioridades temas relacionados con biotecnología, energías renovables, soberanía y seguridad alimentaria, entre otros.
En el área agrícola también se definieron iniciativas de intercambio y cooperación tecnológica. Esta colaboración es particularmente beneficiosa para Cuba, que ha visto disminuir su capacidad de producción de alimentos en los últimos años.
La normalización de las relaciones entre Brasil y Cuba
La última vez que un presidente brasileño realizó una visita oficial a Cuba fue durante el gobierno de Dilma Rousseff, en 2014. El propósito de ese viaje fue supervisar las inversiones que Brasil estaba realizando en la isla. Apenas un año antes, Cuba había comenzado a desarrollar la "Zona Especial de Desarrollo Mariel", un enclave de economía capitalista –ubicado en un área estratégica de tráfico comercial– que opera en la isla bajo un régimen especial de facilidades fiscales que buscan atraer inversiones extranjeras.
La última visita de Dilma a Cuba coincidió con un proceso de normalización de las relaciones entre Washington y La Habana –conocido como el "deshielo"–. En ese momento, el gobierno de Obama había comenzado a desarrollar algunas medidas para aliviar el bloqueo económico unilateral que Estados Unidos mantiene contra la isla desde hace más de 60 años.
Las inversiones que Brasil venía desarrollando en Cuba buscaban aprovechar las oportunidades de negocios que estaban surgiendo en la isla.
Sin embargo, en 2016, el impeachment de la expresidenta Dilma Rousseff cambió el curso de la relación. El gobierno cubano negó la legitimidad del proceso de destitución, calificándolo de "golpe de Estado parlamentario-judicial, disfrazado de legalidad", afirmando que "los golpistas" pretendían "poner fin a las conquistas sociales alcanzadas por el pueblo brasileño e implementar un gobierno neoliberal".
Al asumir el cargo, Michel Temer ordenó la retirada del embajador de Brasil en Cuba, una medida sin precedentes desde el fin de la dictadura en Brasil. La representación diplomática en la isla fue asumida por un encargado de negocios, un nivel inferior de representación. Esto significó un deterioro de las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Con la llegada al gobierno del expresidente Jair Bolsonaro, las hostilidades contra la isla se intensificaron. Se produjo "una ruptura con la tradición diplomática brasileña", como lo describió Roberto Colin, ex encargado de negocios de la embajada de Brasil en Cuba –entre 2020 y 2023– en una entrevista con Brasil de Fato. Una de las medidas más emblemáticas de este deterioro fue la suspensión de la cooperación sanitaria entre ambos países.
Este proceso coincidió con la llegada de Donald Trump (2017-2021) a la presidencia estadounidense. La administración republicana no solo desmanteló el proceso de "descongelamiento" entre Washington y La Habana, sino que también intensificó las agresiones del bloqueo contra Cuba, añadiendo 240 duras sanciones adicionales contra la isla. Medidas que –a pesar de sus promesas de campaña– el actual gobierno de Biden no ha revertido. Estas sanciones, junto con la pandemia, fueron parte de las causas de la crisis económica en Cuba.
En 2022, las exportaciones de Brasil a Cuba cayeron a prácticamente la mitad de lo que eran en 2012, hace apenas una década. El panorama retrata la pérdida de oportunidades tanto para los negocios como para la colaboración en áreas como la salud y la biotecnología.
En este sentido, desde que Luiz Inácio Lula da Silva asumió el cargo en enero pasado, el gobierno brasileño ha estado tratando de normalizar las relaciones entre los dos países. Se restableció la embajada en La Habana, permitiendo la reanudación de relaciones diplomáticas. También se comenzó a organizar una serie de visitas al país, en un intento de restablecer los vínculos perdidos. La última ocurrió pocos días antes de la Conferencia del G77, cuando la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones (ApexBrasil) firmó un convenio para ampliar la participación de las pequeñas y medianas empresas en las exportaciones de ambos países.
La visita de Lula a Cuba es el corolario de este proceso de normalización de las relaciones entre ambos países.
"Es de especial significado que, en este momento de grandes transformaciones geopolíticas, esta Cumbre se celebre aquí en La Habana", declaró el presidente Lula en su discurso en el encuentro. "Cuba ha sido durante mucho tiempo un defensor de una gobernanza global más justa. Y hasta el día de hoy es víctima de un embargo económico ilegal. Brasil está en contra de cualquier medida coercitiva de carácter unilateral. Rechazamos la inclusión de Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo", afirmó el mandatario brasileño.
Así, a pocos días del inicio de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, Brasil retomó la posición histórica que mantiene desde 1992, cuando comenzó a discutirse en la Asamblea el bloqueo contra Cuba. Una posición que Brasil logró mantener hasta que Bolsonaro asumió la presidencia y rompió con la postura unánime de apoyo a Cuba por parte de los países de América Latina y el Caribe.
Edición: Nadini Lopes e Thalita Pires