El presidente Lula parte el martes (11) hacia China para una de las visitas de Estado más importantes de su tercer mandato presidencial. La misión diplomática, que tendrá lugar los días 14 y 15 de abril, estará compuesta de ministros y gobernadores, lo que refleja la envergadura de la relación existente y aún por desarrollar entre Brasil y la potencia asiática.
Los más de 20 acuerdos que se firmarán en Pekín deberán intensificar el ya portentoso flujo comercial entre ambos países. China ha sido el mayor socio comercial de Brasil desde 2009. El año pasado, el saldo entre los países superó la cifra de USD 150 mil millones, además de ser la principal fuente de inversión en todos los países de América del Sur.
La visita, inicialmente prevista para marzo, fue aplazada porque el presidente Luiz Inácio Lula da Silva fue diagnosticado con neumonía.
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El jueves (13), Lula viajará a Shanghái para la ceremonia de investidura de la ex presidenta Dilma Rousseff como presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, en inglés), el banco de los BRICS. Rousseff sustituye a Marcos Troyjo, un nombre vinculado al ex ministro de Bolsonaro, Paulo Guedes. El viernes (14), Lula se reunirá en Pekín con líderes sindicales, el presidente de la Asamblea Nacional Popular, Zhao Leji, el primer ministro, Li Qiang, y el presidente, Xi Jinping.
La cuarta misión internacional del presidente tras asumir su tercer mandato se produce dos meses después del viaje de Lula a Washington. Este año, Lula ya estuvo en Argentina, Uruguay y Estados Unidos, y ahora se dirigirá a China y Emiratos Árabes Unidos, marcando el regreso del país a la arena internacional tras el aislamiento del gobierno de Jair Bolsonaro (PL).
Lula estará acompañado por una delegación que incluye a los ministros Fernando Haddad (Hacienda), Marina Silva (Medio Ambiente y Cambio Climático), Carlos Fávaro (Agricultura y Ganadería), Luciana Santos (Ciencia, Tecnología e Innovación), Mauro Vieira (Relaciones Exteriores), Alexandre Silveira (Minas y Energía), Paulo Teixeira (Desarrollo Agrario y Agricultura Familiar), Wellington Dias (Desarrollo y Asistencia Social) y Juscelino Filho (Comunicaciones).
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La delegación brasileña también incluye a los gobernadores Jerônimo Rodrigues, de Bahía, Elmano de Freitas, de Ceará, Carlos Brandão, de Maranhão, Helder Barbalho, de Pará, y Fátima Bezerra, de Rio Grande do Norte.
La visita ocurre en un momento de creciente tensión entre China y Estados Unidos. Las dos economías más grandes del mundo intercambian sanciones y acusaciones de espionaje a un ritmo acelerado. El no alineamiento de Beijing con la posición de Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) frente a la guerra en Ucrania profundiza aún más las diferencias. Sin embargo, Brasil tiene una postura histórica de neutralidad en las relaciones internacionales y de negociación, incluso con los enemigos.
El alcance del primer viaje a un país no occidental del nuevo mandato de Lula contrasta con los resultados de la visita a la Casa Blanca. EE.UU. se comprometió a invertir en el Fondo Amazonía y discutió una posible alianza con Brasil en el área de semiconductores, pero hasta el momento los recursos no han sido transferidos y las conversaciones no han evolucionado hacia acuerdos.
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Para Ana Tereza Marra, profesora de la Universidad Federal de ABC (UFABC) y coordinadora del Grupo de China del Observatorio de Política Exterior de Brasil (OPEB), los resultados en la relación bilateral con EE.UU. aún son tímidos, pero se nota que hay un "acercamiento político" en curso con la Casa Blanca. En cuanto a China, la visita promete, porque los chinos pueden ofrecer más, analiza.
"Estados Unidos quiere invertir en el clima, pero depende de que el Congreso apruebe los recursos y solo entonces puede o no invertir. Hicieron esa Ley de Chips, que es eso de intentar cambiar las cadenas mundiales de suministro de semiconductores y llevar la producción a EE. UU. y a los países aliados de EE. UU. Tienen dinero para invertir en otros países, pero al mismo tiempo hacen guiños a Brasil, aunque no tengan nada concreto", dice la profesora de la UFABC a Brasil de Fato. "China, por su propia naturaleza y la de sus relaciones con Brasil en los últimos años, logra concretar las cosas más rápidamente".
En cuanto a la capacidad del Ministerio de Relaciones Exteriores y de Brasil de lograr mantener su posición histórica de neutralidad y negociación en medio de un escenario global cada vez más intenso y fragmentado, Marra cree que aún no es posible conocer los límites y posibilidades de esa postura.
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"Lo que China busca es pragmatismo más que alineamiento. Quien busca el alineamiento de Brasil es EE.UU., China quiere que Brasil sea pragmático y aproveche las oportunidades. Y EE.UU. lo que exige es una toma de posición, pero aun esa demanda hoy no es una demanda a toda costa", dice la profesora de la UFABC.
Cómo no ser una "zona de sacrificio"
En 2022, Brasil vendió soja por el valor de USD 31.780 millones a China, además de hierro y petróleo por un valor de decenas de miles de millones de dólares. Los chinos, a su vez, logran exportar productos de mayor complejidad tecnológica a Brasil, como paneles solares y equipos telefónicos.
La cadena productiva de la soja en Brasil está vinculada al latifundio, a los transgénicos y al uso intensivo de pesticidas, por lo que un aumento del apetito chino por el producto podría significar el crecimiento de las violaciones ambientales y de derechos humanos en Brasil.
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Para evitar que el país se convierta en una especie de "zona de sacrificio" para el crecimiento económico chino y el enriquecimiento de los terratenientes brasileños, la investigadora Ana Tereza Marra sostiene que se pueden adoptar algunas políticas públicas.
"Una forma de buscar mejorar la calidad de las relaciones económicas es atraer inversiones chinas a Brasil que estén dirigidas a sectores de interés estratégico del gobierno [brasileño]. El gobierno tiene que tener claro cuáles son esos sectores y qué proyectos quiere proponer para que China los financie", dice la profesora a Brasil de Fato. "Este es el objetivo del gobierno de Lula, son inversiones que ayudarán a la reindustrialización del país".
Edición: Flávia Chacon