El presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva (PT) hizo su primera intervención en São Paulo después de la confirmación de su victoria. En un discurso de estadista, Lula definió las lineas centrales de su futuro gobierno, llamó al pueblo brasileño a superar divergencias y reconstruir el país alrededor de una prioridad clara: la dura lucha contra la miseria.
"Nuestra lucha no comienza y no termina con las elecciones. Nuestra lucha por un país justo, en el que todos los brasileños puedan trabajar, estudiar, comer, será por el resto de nuestra vida", afirmó. "Brasil es mi causa, el pueblo es mi causa, y combatir la miseria es la razón por la que voy a vivir hasta el fin de mi vida."
Lula inició su discurso agradeciendo los apoyos que recibió en la segunda vuelta, citando en especial a las senadoras Simone Tebet (MDB - Mato Grosso do Sul) y Eliziane Gama (Cidadania - Maranhão). Agradeció también a su vice, Geraldo Alckmin, a quien llamó "gran compañero", y a Fernando Haddad, candidato derrotado al gobierno de São Paulo y exministro de educación: "gran aliado, que hizo una campaña extraordinaria".
"Toda mi vida he creído que Dios fue muy generoso conmigo, por salir de donde salí y llegar donde llegué. Sobre todo, en este momento en el que no enfrentamos a un hombre, un candidato. Nos enfrentamos al aparato del Estado brasileño, puesto al servicio del candidato a la reelección, para intentar evitar que nosotros ganaramos las elecciones", afirmó Lula.
"Me considero un ciudadano que tuvo un proceso de resurrección en la política brasileña. Porque trataron de enterrarme vivo, y estoy aquí para gobernar este país en una situación muy difícil, pero estoy seguro de que, con la ayuda del pueblo, vamos a encontrar una salida para que este país pueda vivir armónicamente, y podamos reestablecer la paz entre las familias, los divergentes."
Llamando de nuevo a la pacificación, Lula afirmó que el gran ganador de las elecciones fue el pueblo brasileño. "Es la victoria de un inmenso movimiento democrático que se formó por encima de los partidos políticos, de los intereses personales, de las ideologías, para que la democracia saliera vencedora."
Lula entonces calificó esa democracia: "el pueblo brasileño quiere vivir bien, comer bien, habitar bien. Un empleo, con salario justo reajustado siempre por encima de la inflación y políticas públicas de calidad. El pueblo brasileño quiere la esperanza de vuelta. Es así que entiendo la democracia. No solo como una palabra bonita escrita en la ley, sino como algo palpable que podemos construir en el día a día. Fue con esa democracia real, concreta, que asumimos nuestro compromiso durante la campaña. Y vamos a buscar construirla cada día de nuestro gobierno."
Lula afirmó que la economía necesita volver a "funcionar como instrumento para mejorar la vida de todos y no para perpetuar desigualdades". Para ello, citó el apoyo a la agricultura familiar y a los micro y pequeños emprendedores, además de acciones para combatir las desigualdades de género y raza.
"Sólo así seremos capaces de construir un país de todos, con derechos igualitarios, cuya prioridad sean las personas que más lo necesitan", dijo. "Nuestro compromiso más urgente es acabar con el hambre otra vez", aseguró.
Llamando una vez más a la pacificación del país, Lula unió las ideas de combate a la desigualdad y de unión del pueblo brasileño.
"No existen dos Brasiles. Somos un solo país, un solo pueblo, una gran nación. A nadie le interesa vivir en una familia donde reina la discordia. Es hora de volver a unir a las familias, rehacer los lazos rotos por la propagación criminal del odio. A nadie le interesa vivir en un país dividido", defendió.
"Brasil no puede convivir más con ese inmenso pozo sin fondo, ese muro de concreto y desigualdad que separa Brasil en partes desiguales que no se reconocen. Este país necesita reconocerse, reencontrarse consigo mismo."
Edición: Nicolau Soares