El ascenso de la ultraderecha y la victoria del presidente Jair Bolsonaro en las elecciones de 2018 están directamente vinculados a los datos que apuntan al avance del neonazismo en Brasil. Así lo señalan las cifras y los especialistas consultados por Brasil de Fato.
Diversas investigaciones publicadas en los últimos meses identificaron un aumento en el número de grupos extremistas en Brasil, además de un crecimiento de los delitos de apología del nazismo y una intensa difusión de contenidos neonazis en internet.
El interés de la academia y la prensa sobre el tema refleja una creciente preocupación expresada por investigadores, organizaciones y movimientos vinculados a la cuestión judía y las agrupaciones populares.
"Es un tema que nuestra área [de actuación] acompaña y que, de algún modo, se da de manera cada vez más abierta y pública. Es un crecimiento absolutamente considerable y peligroso", dice Douglas Belchior, de la Coalición Negra por Derechos.
El nazismo predica la destrucción de todos los pueblos e individuos que puedan contaminar la presunta pureza de la raza aria. Esta ideología fue puesta en práctica por Adolf Hitler en las décadas de 1930 y 1940, como política de Estado, en Alemania y en los países invadidos por el dictador.
De 1941 a 1945, seis millones de judíos fueron ejecutados en campos de exterminio nazis. El genocidio del pueblo judío se conoció como el Holocausto y es reconocido como uno de los episodios más traumáticos de la historia de la humanidad. Entre las víctimas de los nazis se encontraban personas judías, negras, homosexuales, con discapacidades físicas o mentales, gitanas, comunistas y testigos de Jehová.
¿Qué dicen los números?
Brasil de Fato ha recopilado tres importantes estadísticas difundidas en los últimos meses que se relacionan con la existencia de una "ola neonazi" en el país. Entienda a qué apunta cada una de ellas:
1) Un mapeo identificó 530 núcleos neonazis
En los últimos meses, varios estudios han cuantificado la ocurrencia de manifestaciones neonazis. Una de las investigaciones más destacadas es la de la antropóloga Adriana Dias, quien investiga el tema desde 2002.
En una encuesta divulgada por el programa de televisión Fantástico, en enero de este año, mostró que existen al menos 530 núcleos extremistas neonazis en Brasil, un universo que puede abarcar a 10 mil personas.
El número representa un crecimiento del 270,6% desde enero de 2019 hasta mayo de 2021. Dias también señaló que los núcleos nazis se concentraron en la región Sur de Brasil, pero se extendieron a las cinco regiones del país.
2) Crecen los delitos de apología, según encuesta
Una encuesta del diario O Globo publicada en mayo del año pasado mostró que las denuncias investigadas por la Policía Federal por delitos de apología del nazismo también estallaron. Hasta hace poco, habían poquísimas denuncias, entre 4 y 20 cada año.
El punto de inflexión se produjo en 2019, cuando se abrieron 69 investigaciones de apología del nazismo. La situación se agravó en 2020, cuando la policía federal investigó 110 casos — una nueva investigación cada tres días, en promedio.
Teniendo en cuenta las 36 ocurrencias investigadas por la Policía Federal brasileña en los primeros cinco meses de 2021, es posible esperar que el año pasado haya mantenido la tendencia al alza de los dos anteriores. Brasil de Fato solicitó a la corporación los datos actualizados, pero no obtuvo respuesta.
3) Brasil ocupa el séptimo lugar en el ranking de nazismo en internet
SaferNet Brasil, una organización no gubernamental que mapea denuncias anónimas de delitos y violaciones contra los derechos humanos en internet, identificó 2.516 páginas (alojadas en 666 dominios) en Brasil en 2020. El país ocupa el séptimo lugar en el ranking mundial que publica la ONG.
"Señal de alerta", apunta autora de libro
Según la abogada Milena Gordon Baker, autora del libro Criminalización de la negación del Holocausto en el derecho penal brasileño, todos estos indicios del aumento de las ideas nazis en Brasil deberían activar una señal de alerta:
"Los estudios sobre el genocidio muestran que existe una pirámide de odio. Todo comienza de manera sutil y empeora poco a poco. Primero, en la base de la pirámide se construye una imagen estereotipada de cierto grupo oprimido. Luego inician los prejuicios generalizados, la discriminación, el discurso de odio".
"Luego viene la supresión de derechos. Más tarde vienen los ataques físicos. Finalmente, ya en la cima de la pirámide, sobre todas las etapas anteriores, viene el genocidio. Normalmente, uno pasa de una etapa a la otra sin darse cuenta. Es por eso que no podemos bajar la guardia", dice Baker.
El período coincide con el ascenso de Bolsonaro
El período de crecimiento de las ocurrencias identificadas en los estudios coincide con el período de la gestión de Bolsonaro en el gobierno federal brasileño. El director académico del Instituto Brasil-Israel, Michel Gherman, es contundente cuando afirma, en su canal de YouTube, que "Bolsonaro es un nazi".
Según él, la falsa tesis adoptada por los bolsonaristas de que el nazismo sería una ideologia de izquierda enmascara el contenido de carácter nazi generado por el mismo presidente.
"La perspectiva de que el nazismo representa la izquierda es una de las referencias importantes del negacionismo histórico, que sitúa al nazismo desde una óptica exclusivamente ideológica, y no historiográfica", sostiene.
"Bolsonaro dice ser amigo de los judíos. Esto tiene dos dimensiones. La primera dimensión es que, una vez más, así como al afirmar que el nazismo es de izquierda, se descartan posibles afirmaciones de que [Bolsonaro] es nazi. Después de todo, ¿cómo pueden los nazis ser amigos de los judíos? ¿Cómo puede el nazi tener una bandera israelí? ¿Cómo puede decir el nazi que se está acercando al Estado de Israel?", indaga Gherman.
En este sentido, el académico defiende que las banderas de Israel y los símbolos sionistas se utilizan como cortina de humo para ocultar la ideología nazi del presidente: "[Sirven] para limpiar con un trapo el nazismo, para limpiar su imagen".
El bolsonarismo y el nazismo: una calle de doble sentido
Para Odilon Caldeira Neto, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF), en Brasil, es posible asociar el nazismo a la figura del presidente, pero se trata de una comparación compleja.
El investigador, que es uno de los coordinadores del Observatorio de la Extrema Derecha en Brasil, señala que es necesario entender qué es lo que diferencia al "bolsonarismo" de la persona de Bolsonaro.
"Siempre es bueno separar el gobierno de Bolsonaro, una instancia de representación de carácter más institucional, un gobierno como tal, de lo que es el bolsonarismo (…). El bolsonarismo es un fenómeno que trasciende al propio gobierno. No está bajo la tutela del gobierno", dice.
Caldeira Neto afirma, sin embargo, que el gobierno federal, en varios momentos, asintió a los apoyadores más radicalizados, incluso a aquellos vinculados al pensamiento neonazi: "La presencia de símbolos fascistas o nazis no es solo el resultado de la asociación de individuos y militantes neonazis con el bolsonarismo. A menudo, este es un esfuerzo del propio gobierno".
"El uso de consignas, figuras retóricas, simbologías nazis o fascistas también es parte del esfuerzo por entenderse como parte de una historia y de una trayectoria de la extrema derecha brasileña e internacional", defiende.
El año pasado, Brasil de Fato mostró cinco momentos en los que funcionarios gubernamentales y bolsonaristas adoptaron símbolos del movimiento fundado por Adolf Hitler, responsable del asesinato de seis millones de judíos.
"Es una calle de doble sentido: de un lado, están los movimientos y líderes del neonazismo tratando de imprimir su faceta al bolsonarismo y al gobierno de Bolsonaro; del otro lado, está el gobierno, que busca radicalizar sus bases a través de una clave, de las consignas y de las imágenes del imaginario nazi fascista en la actualidad", explica Caldeira Neto.
Encuentro con representantes de la derecha neonazi alemana
En julio, los investigadores escuchados por Brasil de Fato afirmaron que las reuniones de la diputada alemana Beatrix von Storch con Bolsonaro, con el diputado federal Eduardo Bolsonaro (PSL-SP) y con la diputada Bia Kicis (PSL-DF) expusieron a Brasil como un centro de articulación de la extrema derecha mundial.
Sin informarlo por ningún registro oficial de la agenda presidencial, Bolsonaro recibió a von Storch en un encuentro que se hizo público luego de que la diputada de Alternativa por Alemania (AfD), el partido de extrema derecha alemán, anunciara el encuentro en sus redes sociales.
Beatrix von Storch es nieta de Lutz Graf von Krosigk, quien fue ministro de finanzas de Adolf Hitler, y Nikolaus von Oldenburg, miembro del Partido Nazi y de las SA (fuerza paramilitar de Hitler).
Uno de los líderes del movimiento negro de Brasil, Douglas Belchior, considera que los genocidios negros e indígenas son marcas históricas de Brasil, pero señala que hay una "novedad" en la capacidad de organización de los grupos a favor del exterminio.
"Hay una ola. Es una novedad en este sentido: el avance de la organización de un sentimiento ultraconservador, un sentimiento racista, homofóbico. Esto está en consonancia con el Brasil que vivimos ahora, con el gobierno de Bolsonaro y con el sentimiento que está políticamente organizado en estos grupos que ocupan el poder hoy", dice.
Especialistas consultados por Brasil de Fato consideran que el neonazismo brasileño no es "un fenómeno monolítico" y se expresa en foros en línea de grupos ultramisóginos, en la literatura de negación del Holocausto y en el trabajo de grupos como los skinheads o el White Power, por ejemplo.
La antropóloga Adriana Dias también destaca la diferencia fundamental entre el neonazismo y el nazismo mismo, que "era una política de Estado, un régimen que se incorporaba al Estado".
"El neonazismo es distinto. Aparece al final de la Segunda Guerra Mundial, pero, al no ser un movimiento estatal, se pluraliza, por lo que se interioriza. [Los neonazis] se reúnen de forma oculta, no oficial, prohibida. Están en una capa no superficial del discurso social, sin embargo existen en todo el mundo", dice.
Como estrategia de enfrentamiento, los especialistas mencionan el caso de Alemania, donde se recuerda el nazismo y el Holocausto en las escuelas y los monumentos para no arrojar al olvido una parte de la historia y no dejar espacio para que se repita.
"Allí, además de un intenso proceso de desnazificación, se valora la memoria como medio de reflexión y aprendizaje en relación al pasado", destaca Adriana Dias.
La antropóloga también refuerza la importancia del diálogo como forma de prevención del extremismo: "Creo que cuanto más nos comuniquemos, cuanto más evolucione la educación y desarrollemos la empatía, más sabremos cómo responder a los genocidas. Me gustaría que fuéramos [un país] cada vez más diverso, porque ciertamente estaríamos mucho menos cerca de los genocidas”.
Con información de la Agencia Senado.
Edición: Vivian Virissimo