Con el objetivo de discutir y repensar el papel de la Iglesia Católica en la defensa de la Amazonía, el llamado Sínodo de la Amazonía, convocado por el Papa Francisco, reunirá a los obispos en el Vaticano entre los días 6 y 27 de octubre.
Fase preparatoria del encuentro, el proceso de escucha de los pueblos que viven en el territorio amazónico se inició durante visita del pontífice a Puerto Maldonado, en Perú, en enero del año pasado. La mayor parte de la selva amazónica, presente en nueve países sudamericanos, está en Brasil.
La “Asamblea Especial para la Región Pan-Amazónica” suscribe un llamado del Papa Francisco contra el comportamiento depredador de los seres humanos en relación con el medio ambiente.
Recientemente, Francisco afirmó que “una mentalidad ciega y destructora que privilegia el lucro sobre la justicia” está detrás de la destrucción de la Amazonía y de la amenaza a sus pueblos.
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En junio, el Vaticano publicó el Instrumentum Laboris (Instrumento de trabajo), texto que orienta la discusión del Sínodo, reuniones pre-sinodales y otras actividades que han sido realizadas como preparación para el encuentro.
El documento cuestiona el actual modelo de desarrollo en la Amazonía y aborda la explotación internacional de los recursos naturales de la región, el extractivismo ilegal, la situación de las comunidades indígenas y ribeirinhas [que viven en las orillas de los ríos], entre otras cuestiones, como la connivencia de gobiernos con proyectos económicos que perjudican el medio ambiente.
Los movimientos de la Iglesia Católica incomodaron al gobierno de Bolsonaro. “Estamos preocupados y queremos neutralizar eso ahí”, dijo el General Augusto Heleno, ministro jefe del Gabinete de Seguridad Institucional (GSI), sobre el Sínodo. Heleno admitió además que la “interferencia de extranjeros en las cuestiones amazónicas” incomoda el gobierno por afectar la soberanía nacional supuestamente defendida por su gestión.
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En entrevista con Brasil de Fato, Neri José Tondello, obispo de Juína, municipio del estado de Mato Grosso, y miembro del Consejo Pre-Sinodal, habla sobre la relevancia del encuentro.
“Sabemos la importancia que la Amazonía tiene para el mundo, pero también sabemos de las fragilidades que viene enfrentando, sobre todo en los últimos tiempos. El Sínodo quiere ayudar a pensar la Casa Común que es la Amazonía”, afirma.
“Aún vivimos la tala ilegal de muchos bosques. Estamos involucrados con proyectos con muchos agrotóxicos, envenenando ríos, matando peces, matando la alimentación básica de los pueblos ribeirinhos e indígenas. Sabemos que el garimpo [minería artesanal] y las mineras están muy presentes y que las hidroeléctricas van a causar un impacto muy grande en el futuro”, critica el obispo.
A continuación, la entrevista entera.
Brasil de Fato - ¿Qué es el Sínodo y cuál es el objetivo de esa asamblea entre obispos?
Neri José Tondello - El Sínodo siempre es un encuentro de obispos para tratar de algún determinado asunto. Quien lo convoca es siempre el Papa. Sínodo significa hacer un camino juntos. Caminar juntos. Significa debatir el tema, discutir, profundizar. Buscar clarividencias para ese asunto y ver cuales son las posibilidades de innovaciones y soluciones para determinados problemas que afectan la temática que está en el centro del debate del Sínodo. Entonces, el Sínodo es una oportunidad amplia de debate, franco y abierto, para todos los problemas que afectan al tema central propuesto por el Papa.
Este año, el asunto discutido será la Amazonía. ¿Qué motivó esa elección?
La Amazonía está en el corazón del Papa Francisco hace ya algunos años. En 2007, por ejemplo, cuando fue relator de la 5ª Conferencia en Aparecida, aparecieron, en varios momentos, referencias a la Amazonía. Desde esa época, el entonces Cardenal Bergoglio, fue sintiendo la Amazonía cada vez más de cerca.
Fue en el recorrido que el ha hecho desde entonces, después con su elección como Pontifice, el escribe 'Evangelli Gaudium', la 'Alegría del Evangelio', y dentro de esa perspectiva el Papa decía: "No se dejen robar la esperanza, no se dejen robar lo misional, no se dejen robar la palabra de Dios". El comenzó a apuntar hacia adelante, en otro documento llamado 'Laudato si', 'Alabado seas'. Esa encíclica entra en lleno en el asunto de la Amazonía, a punto de valerse de otra historia que viene sucediendo desde los años 50.
En 1971, en Santarém, nace una preocupación de los obispos de la Amazonía por esa realidad. El Papa de la época, hoy San Paulo VI, decía: "Cristo apunta a la Amazonía". Haciendo ese camino, los obispos de Brasil eligieron una comisión pro-Amazonía que existe hasta hoy. Más tarde, también fue creada la Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM), liderada hasta hoy por el Cardenal Carlos Humes.
La temática se fue ampliando y el Papa Francisco percibió que un camino propicio para pensar la Amazonía sería el Sínodo, porque el Sínodo permite todo ese debate en torno de esta temática. Sabemos la importancia que tiene para el mundo, pero también sabemos de las fragilidades que viene enfrentando, sobre todo en los últimos tiempos. El Sínodo quiere ayudar a pensar la Casa Común que es la Amazonía.
¿Cuáles son las principales cuestiones y conflictos que la Iglesia identifica en la región? ¿El proceso de construcción del Sínodo se da en conjunto con las comunidades?
Vale hablar sobre la segunda parte primero. El camino, desde 2017, desde el 15 de octubre, ya incluye toda la comisión para la Amazonía, creando la REPAM, pero también incluye a los propios pueblos. Por ejemplo, el año pasado, los días 19 y 20 de enero, estuvimos reunidos en Puerto Maldonado, en Perú, con los indios y el Papa allí presente, para pensar la realidad amazónica.
Y, allí mismo, el Papa Francisco dijo: 'El Sínodo de la Amazonía está comenzando el día de hoy, en Puerto Maldonado'. En abril del año pasado, tuvo lugar la primera reunión del consejo pre-sinodal, y un cuestionario, con 30 preguntas, fue lanzado para toda la Amazonía: pueblos, comunidades, aldeas, líderes, para que cada un pudiera dar su contribución con relación a la Amazonía.
Y allí aparecen, entonces, los clamores de la Amazonía, los temas principales que serán rezados y pensados. Por ejemplo, aún vivimos el corte ilegal de tantos bosques. Estamos involucrados con proyectos con muchos agrotóxicos, envenenando ríos, matando peces, matando en si la alimentación básica de los pueblos ribeirinhos y indígenas.
Después sabemos que el garimpo [minería artesanal] y las mineras están muy presentes, promoviendo el narcotráfico. Y las hidroeléctricas van a causar un impacto muy grande en el futuro.
Dentro de esta temática, la Iglesia quiere, por medio del Sínodo, traer esa oportunidad de reconciliación con la Amazonía. Esto es: ¿Qué es lo que la Iglesia puede hacer mejor para la Amazonía? ¿Cómo marcar una presencia mejor en la región amazónica?
La temática, como un todo, va al encuentro de cómo multiplicar personas, ordenadas o no, listas para donar sus vidas al cuidado de la Amazonía. Se habla mucho de como pensar nuevos caminos para Iglesia, en la búsqueda de una ecología integral.
Aquí se trata de rezar y pensar el territorio como lugar teológico, sobre todo para los pueblos indígenas, porque para ellos la Amazonía es lo que les quedó.
Prácticamente, los indios perdieron todo el resto de Brasil. Entonces, ahora se trata de preservar este medio ambiente dando oportunidad para que mantengan el contacto con su hábitat.
Tenemos aún muchos pueblos aislados, que no tienen contacto con los pueblos no indígenas. Nosotros abogamos por el respeto, por la elección, por la decisión. Eso, como Iglesia, necesitamos no sólo respetarlos, sino también proteger su decisión de estar con la naturaleza.
Hasta porque ese aislamiento no es sólo opcional, es forzado. Muchos conflictos e invasiones acaban por presionar la fuga, los escondrijos y su aislamiento de nosotros. Eso es vergonzoso, que ellos se aíslen por miedo a nosotros. No podemos ser agentes que llegan y acaban influenciando el hábitat, y forzándolos al aislamiento.
La existencia de esta Conferencia motivó cierta preocupación del gobierno. En febrero, el General Augusto Heleno asumió que hay una incomodidad y que seria necesario "neutralizar" esta organización de la Iglesia. Teniendo en cuenta ese escenario, de la ofensiva contra esos pueblos y contra la selva amazónica, ¿qué significa esta declaración del gobierno?
Primero, todo Sínodo es una iniciativa de la Iglesia para la Iglesia. Antes de que el actual gobierno sea elegido, la Iglesia ya había decidido, en 2017. Nosotros, como Iglesia, no tenemos ninguna intención de observar el trabajo del gobierno. Estamos en la misión de cumplir el mandato del señor: 'Id por todo el mundo y pregonad el Evangelio a toda criatura'.
Ahora, el gobierno tiene una cierta preocupación cuando se trata de la demarcación de territorios indígenas. Y la Iglesia procura salvaguardar el medio ambiente y los pueblos de la región. Y aquí, claro, lo que el tema dice respecto a la autoridad y responsabilidad del propio gobierno.
Pero no veo necesidad de que el gobierno se preocupe porque la misión de la Iglesia es siempre estar con el pueblo, desarrollar el proyecto de Jesús en la realidad, sobre todo, de los más frágiles, de los marginalizados, y buscar la dignidad para ellos. Esa siempre fue la misión de Jesús y esa será para siempre la misión de la Iglesia.
La Iglesia no quiere, jamás, entrar en aquello que compete al gobierno. El gobierno tiene su misión, su trabajo, y la Iglesia hace dos mil años viene cumpliendo con su tarea.
¿Cuáles serán los desafíos de la Iglesia para atender esos clamores de los pueblos amazónicos que usted citó?
Entiendo que la ecología integral busca el cuidado de la Casa Común, el cuidado con el tráfico de personas, con situaciones análogas a la esclavitud que infelizmente aún están presentes en nuestra región. Vemos toda esa degradación del medio ambiente.
Dicen los pensadores que la Amazonía no es ni el granero ni el pulmón del mundo. Es un bosque propio que vive sobre la Tierra. No vive de la tierra. Una vez talado el bosque, en poco tiempo nos volvemos un desierto y eso nadie lo quiere.
Lo que tenemos como idea principal es que los pueblos de la Amazonía convivan la espiritualidad del encuentro, como hermanos, amigos entre si, y amigos de la naturaleza. Cultivar el cuidado de esa Casa Común para que todos vivan en paz, vivan bien. Y pensar ese modelo de desarrollo que esté al alcance de todos, buscando el desarrollo democrático, pacífico. Un desarrollo que venga en pro de la sustentabilidad, del futuro, del planeta, de la Amazonía y de los pueblos.
Hoy se habla mucho, por ejemplo, que estamos consumiendo 20% a más de lo que la naturaleza puede nos dar. Me pregunto: ¿Una vez que una empresa gasta más de lo que gana, cuál es la señal? Es señal de quiebra. Y nosotros no podemos quebrantar el medio ambiente. No podemos quebrantar las aguas, los ríos, los bosques y los animales.
No podemos quebrar nuestra moral, nuestra responsabilidad, nuestro compromiso de reequilibrar esa realidad. Necesitamos elevar este asunto, este tema, este debate, al punto de tomar nuevas decisiones y nuevos caminos para la Amazonía, fortaleciendo esa idea de una ecología integral para todos.
Edición: Rodrigo Chagas | Traducción:. Pilar Troya