El número de mujeres inmigrantes y refugiadas en condiciones semejantes a la esclavitud en la ciudad de São Paulo viene aumentando. Una investigación lanzada en el mes de febrero por el Centro de Derechos Humanos y Ciudadanía del Inmigrante (CDHIC) señala que, de las 18 trabajadoras domésticas extranjeras entrevistadas, todas eran sometidas a condiciones precarias en su ambiente de trabajo.
Mujeres de siete nacionalidades diferentes, destacándose las haitianas, participaron del estudio. La mayoría de las entrevistadas es adulta, soltera, con estadía reciente en Brasil y trabajaba en casas de familia por medio de contrato informal, sin ninguno de los beneficios de ley.
La procuradora de trabajo Sofia Vilela destaca que los derechos laborales vigentes en Brasil también valen para las mujeres inmigrantes. Ella resalta que el Ministerio Público tiene dificultades para descubrir e investigar esos casos, porque hay necesidad de denuncia previa, que muchas veces no sucede por el recelo que tienen estas mujeres de perder sus empleos.
"La situación del trabajo doméstico tiene una peculiaridad que es la dificultad para la fiscalización y hasta la propia denuncia, porque si ella no parte de la víctima, no podemos saber, porque son ambientes privados. No es como una empresa, donde hay la posibilidad de difusión y diversos testigos de lo que está sucediendo", afirma.
Además de eso, la mayoría de las mujeres viene a Brasil en busca de mejores condiciones de vida, pero con pocas informaciones sobre sus derechos laborales, lo que aumenta las posibilidades de que sean sometidas a empleos irregulares e informales, como destaca la investigadora Maria Florencia Salmuni, una de las coordinadoras del estudio. "Percibimos que, de manera generalizada, falta información sobre los derechos laborales que regulan el trabajo doméstico, como también los derechos que tienen las y los inmigrantes en el país."
Vilela relata uno de los casos descubiertos recientemente por el Ministerio de Trabajo y Empleo y que aún está en proceso de investigación. "En São Paulo, hubo una situación peculiar, en un condominio en un barrio rico, con relación a las niñeras y empleadas domésticas filipinas, en la cual se habría configurado trabajo esclavo. Y ellas narraron, inclusive, que sentían hambre y que llegaron a alimentarse de comida de perro".
Lucha por trabajo digno
Este cuadro de precarización puede ser mejorado con mayor divulgación de información sobre la legislación laboral, además de orientaciones en las fronteras de Brasil, en la opinión de la inmigrante Diana Solis. La boliviana está hace 21 años en el país y actualmente es directora de Inmigrantes en el Sindicato de Empleadas y Trabajadores Domésticos de la Gran São Paulo.
Ella trabajó en diversas casas de familias brasileñas y cuenta que, en la última experiencia, recibía un salario muy bajo. La empleadora de Diana le decía que ella no tenía derecho a contrato formal ni a beneficios de ley porque era inmigrante y "la ley de aquí era diferente", cuenta.
"Yo siempre le decía que era muy poco, pero ella decía que era así mismo, que ese era el salario que yo debía ganar porque era inmigrante, extranjera, no tenía documentos…pero yo tenía documentos."
Diana obtuvo el visado temporal enseguida que llegó a Brasil y resalta que la barrera de la lengua y la necesidad económica acaban llevando a las inmigrantes a aceptar trabajar por muchas horas, sin pausas, días de descanso ni beneficios laborales.
La boliviana incentiva a las mujeres migrantes y refugiadas a acudir al sindicato para informarse sobre sus derechos y obtener toda la documentación prevista en la ley. Ella también habla de la importancia de la denuncia y de la unión entre las inmigrantes y las brasileñas. "Tiene que ser un trabajo de hormiguita, ayudarnos. Una para todas, todas para una".
De acuerdo con datos de la Coordinación General de Inmigración del Ministerio de Trabajo, sólo en el primer semestre de 2017 fueron emitidos 16.680 permisos de trabajo para inmigrantes.
Edición: Camila Salmazio | Traducción: Pilar Troya