ENTREVISTA

Ivone Gebara: El pueblo no está apático. Está en lucha continua por la supervivencia

Teóloga feminista rechaza la idea de que el pueblo brasileño está insensible frente a los retrocesos recientes

São Paulo |
Ivone Gebara conmemora la diversidad dentro de los movimientos de mujeres
Ivone Gebara conmemora la diversidad dentro de los movimientos de mujeres - Paulo Maia

Monja, filósofa y feminista, Ivone Gebara rechaza la tesis de que el pueblo brasileiro está apático e insensible frente a los retrocesos de los derechos sociales que se están dando en Brasil.

En entrevista con Brasil de Fato, ella afirma que ve el período como un “respiro” para repensar la democracia en el país:

“El pueblo está en una lucha continua por su supervivencia. Y los momentos de manifestación de calle son especiales, pero cuando ellos no ocurren, eso no significa que el pueblo no está consciente de lo que necesita.”

Ella refuta también la idea de que no existe formación política de base en el país. Para ella, la formación popular ganó nuevos contornos, y la izquierda necesita captar esta diversidad. Ella cita, por ejemplo, grupos de teatro populares y el rap. “Los medios de consciencia política no son solo los partidos.”

Importante nombre del feminismo y defensora de una teología liberadora, Gebara conmemora la diversidad dentro de los movimientos de mujeres.

Doctora en Filosofía por la PUC-SP y en Ciencias Religiosas por la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, ella escribió más de 30 libros, entre ellos “Teología ecofeminista: ensayo para repensar el conocimiento y la religión”, publicado en 1997.

A continuación la entrevista completa:

Brasil de Fato: Durante la votación de la denúncia contra el presidente Michel Temer en el Congreso Nacional, no vimos manifestaciones masivas. Aún así, usted dijo que no cree en la apatía del pueblo. ¿Por qué?

Ivone Gebara: Yo creo que apatía es tal vez una palabra que a las personas del gobierno y de la situación les encantan usar por el sentido que un pueblo apático es un pueblo que está aprobando sus acciones o que no se va a manifestar de otra forma. Pero yo creo que no. No estamos apáticos, sino en el momento de buscar una nueva salida.

Estamos en una lucha continua. El pueblo está en una lucha continua por la supervivencia. Y los momentos de manifestación de calle son especiales, pero cuando no ocurren, eso no significa que el pueblo no está consciente de lo que necesita. Son momentos de respiro.

Nosotros tenemos que respirar para ver cual es el camino. ¿Qué democracia defendemos? ¿La democracia participativa, la democracia blanca o una democracia política sin democracia económica? ¿Cuáles son los colores y los valores de esta democracia?

Yo elevo la cuestión incluso al punto de si la palabra democracia es la que vamos usar de aquí en adelante. Tal vez tengamos que encontrar otra palabra que exprese aquello que estamos queriendo en este momento. No saber no es defecto ni enfermedad: es una condición para poder saber cosas nuevas y diferentes.

Usted tuvo vinculación con la Teología de la Liberación, movimiento marcado por el trabajo de formación política por medio de las comunidades eclesiales de base. ¿Cómo evalúa el trabajo de base hoy?

El trabajo de base no es una cosa separada del estado general de la política, de la economía, de la cultura. Yo creo que en los años 1970 y 1980, con la dictadura militar, sabíamos lo que era el trabajo de base porque teníamos algunos objetivos a alcanzar. Y ahora sentimos el malestar, pero aún no conseguimos detectar por donde vamos a caminar para superar ese malestar, el hambre, la falta de vivienda… No sabemos.

Lo que sabemos es que sólo los medios legales no son suficientes. Hay leyes, por ejemplo, que dicen que no puede haber prejuicio racial, ley para decir que todo el mundo tiene que tener vivienda, que todo el mundo tiene derecho a la salud, pero no funcionan. La cuestión no es reivindicar esas leyes, sino repensar concretamente los medios para obtener aquello que es fundamental para la vida de las personas. Y, tal vez, tengamos que formar “la Iglesia Tal”, “el Partido tal”, pero grupos pequeños.

Me quedé encantada con los grupos de teatro popular. Ya colaboré con dos grupos en la zona este [de São Paulo] y estos grupos están llevando una consciencia política a los participantes porque ellos estudian — he ayudado, inclusive, en el nivel de la reflexión — teatro, música…

Creo que hay un mensaje que viene del rap que es interesantísimo. O sea, los medios de consciencia política no son más sólo los partidos. Están los grupos de mujeres… He visto un grupo de jóvenes que decía: “Somos feministas pero no como las viejas feministas”. Y digo: “Maravilla! Es así que tiene que ser”. Tenemos que tratar de captar la diversidad de la formación popular hoy.

Deberíamos articular esa diversidad. Nosotros deberíamos tener una articulación mayor con grupos de teatro, de intelectuales, de profesores que piensan la historia, la filosofía, política, grupo de médicos… La nueva forma no tiene que estancarse. La idea de clase social tiene que ser revisada, tenemos que hablar no sólo de clase, sino de grupos que son solidarios con una causa común.

Hay muchas cosas en ebullición y en transformación.

Usted tiene una trayectoria como teóloga y feminista. ¿Cómo mira ese movimiento actual de las jóvenes, que hasta fue acuñado como “primavera feminista”?

No me gusta mucho el término “primavera feminista”. ¿Por qué tenemos que apropiarnos de cosas que son de otras personas? Yo creo que el movimiento feminista está marcado por la diversidad, y eso es una cosa maravillosa.

Es una ilusión que imaginemos que el feminismo comienza con las mujeres blancas. El nombre feminismo, tal vez; pero las actitudes feministas no comenzaron con las mujeres blancas. Yo creo que comenzaron con las mujeres negras. Recuerdo las negras de los EUA, especialmente, pero las negras aquí en Brasil, y la literatura de tantas mujeres negras que ahora se está manifestando. Eso es feminismo. Sólo que no hay más, digamos, un orden establecido feminista, una regla. Hay muchas banderas y yo no estoy obligada a abrazar todas, pero si a respetar las banderas y el diálogo entre ellas. Y creo que esa es la situación que estamos viviendo hoy.

Los movimientos populares defienden las elecciones directas como un empujón para el rescate del proceso democrático. ¿Cuál es su evaluación del escenario para 2018?

Claro que estoy por las elecciones directas. No tengo la menor duda. Pero ahora vivo un problema: con todo el cariño que tengo por el ex presidente Lula, tengo algunas preguntas. ¿Será que no estamos consiguiendo abrir [espacio] para otros líderes, y de la misma línea política y ética? Me parece, en realidad, que no. Eso me preocupa y es una cuestión que vamos a tener que resolver y discutir. Pero, sin la menor duda, “Directas, ya!”.

Edición: Camila Rodrigues da Silva | Traducción: Pilar Troya