El jueves (12) en la madrugada el Senado definió la admisibilidad del impeachment de la presidenta Dilma Rousseff. Tras la votación que duró 21 horas, el resultado final fue 55 votos favorables y 22 contarios al proceso de impedimento. Con la salida de Dilma, Michel Temer (PMDB) asumió el gobierno interinamente. Para el profesor de la Fundación Escuela de Sociología y Política de São Paulo (Fesp), Aldo Fornazieri, un gobierno del vicepresidente significará una “carga brutal sobre los hombros de los trabajadores”.
En entrevista a Brasil de Fato, el profesor afirmó que la decisión de proseguir con el impeachment en la Cámara de Diputados, el día 17 de abril, y en el Senado en el jueves (12), demuestra “un descrédito de la democracia brasileña y un descrédito de Brasil frente a la opinión pública internacional”.
Los partidos y movimientos sociales ligados a la izquierda tendrán “que rehacerse”, apunta Fornazieri. “El papel de la izquierda es mucho más de estar junto a la población, haciendo trabajo de base, que de pensar en elecciones. Porque los derechos se garantizan con la lucha y en la calle”, manifestó el profesor.
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Brasil de Fato: La prensa internacional ha sido categórica en afirmar que el proceso de impeachment tiene apariencia ilegal. ¿Cuáles son los impactos en las relaciones internacionales brasileñas con el desplazamiento de la presidenta?
Aldo Fornazieri: La prensa internacional está diciendo que quien juzgó a Dilma son diputados y senadores que tienen acusaciones mucho más graves que ella. Ellos están viendo que el proceso es atravesado por la ilegalidad, que en el fondo es un golpe parlamentario y, en parte, un golpe jurídico, también, porque el judicial contribuyó mucho para ese armado de la crisis. Entonces, creo que hay un descredito de la democracia brasileña y un descredito de Brasil frente a la opinión pública internacional, a partir del momento que ellos perciben que ese proceso es un proceso en el cual se reúne un condominio de corruptos para derrocar una presidenta.
Habrá un enfriamiento de las relaciones. Pero es preciso que las políticas de Estado continúen sobreviviendo, al final de cuentas, ese gobierno será temporario. Él pasará, vendrán otros gobierno, un gobierno legítimo y así por delante.
Michel Temer ya arquitecta su gobierno hace algún tiempo y ya lanzó un plan de gobierno, el “Puente para el futuro”, con corte en los derechos laborales, por ejemplo. ¿Cómo será ese gobierno y cuáles son los impactos de sus medidas para Brasil?
Todo el mundo está a la expectativa [sobre el gobierno de Temer]. El futuro ministro de Hacienda, Henrique Mierelles, aparentemente, pidió autonomía en su gestión económica, caso contrario, él no aceptaría. Entonces, los ojos debe estar direccionados para Mierelles, de lo que para el propio Temer. Si él de hecho consiguió esa autonomía, ¿qué irá a hacer? Lo que se sabe es que serán medidas de emergencia con relación al déficit fiscal, no tiene como escapar de eso. En parte, el gobierno de Dilma quedó paralizado porque ella no tomó medidas contundentes en relación al déficit fiscal.
Lo que se teme es que Mierelles va a colocar un peso brutal del ajuste fiscal en los hombros de los trabajadores. Porque Michel Temer hizo un pacto con la Fiesp [Federación de Industrias del Estado de São Paulo] y la Fiesp siempre declaró que ella no quiere “pagar el pato”. ¡Ella nunca pagó el pato! La verdad, los empresarios brasileños son beneficiarios de los incentivos y de los beneficios fiscales del dinero recaudado de los pobres brasileños. Ellos apoyan este impeachment-golpe.
Además de los cortes ministeriales, el gobierno Temer es el primero desde Geisel [gobierno dictatorial] en no estar integrado por mujeres. Negros tampoco están indicados entre los ministros. ¿Qué significa esto para los movimientos que luchan por la inclusión?
Esos cortes de ministerios tiene un efecto mucho mas simbólico de que un efecto propiamente significativo en termino de cuentas públicas. Este golpe tuvo una característica de un golpe machista, un golpe homofóbico, un golpe racista porque esas cuestiones incomodan a las elites brasileñas. Las elites siempre hacen de los sectores populares sus masas de maniobra, como masa electoral.
Esos derechos que fueron contrayéndose en las últimas dos décadas vana a sufrir un impacto significativos. No digo inmediatamente, pero en el mediano plazo, van a sufrir y tendremos un retroceso democrático. Porque democracia es igualdad, es derechos.
A pesar de no haber sido denunciado, Temer es citado en la operación Lava Jato que investiga corrupción en relación a Petrobras. ¿Es posible que un proceso contra él aún sea instaurado?
Es posible, pero lo que se ha visto es que, en parte, el judicial hace parte de este golpe político. Nosotros vimos al juez [Sergio] Moro adoptando medidas políticamente orientadas a producir determinados efectos políticos que desgastasen el gobierno y vimos al STF [Supremo Tribunal Federal] acobardado frente a todas las ilegalidades que fueron cometidas por el [diputado] Eduardo Cunha. Ellos no tomaron ninguna medida contra Cunha, a no ser cuando el proceso ya estaba consumado.
¿Cómo queda la izquierda en Brasil, que parecía centralizada en el Partido de los Trabajadores, a pesar de la lucha autónoma de los movimientos populares?
La izquierda brasileña tiene que rehacerse. El papel de la izquierda es mucho mas junto a la población, haciendo trabajo de base, de que pensando en las lecciones. Porque derechos se garantizan con lucha y en la calle. El PT [Partido de los Trabajadores] perdió buena parte de la hegemonía que él venía ejerciendo en la política brasileña y hasta se acobardó durante ese proceso de impeachment.
Traducción: María Julia Giménez
Edición: Simone Freire
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