El día de hoy quedará en la memoria del pueblo brasileño como el día en que el voto de 54 millones de lectores fue despreciado y, por medio de un golpe, la primera mujer electa presidenta de Brasil fue desplazada.
En cumplimiento de un rito que agrede nuestra democracia, el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha (PMDB-RJ), encaminó el proceso de impeachment al Senado. Allí, la decisión de la mayoría fue favorable al parecer del relator de la Comisión Especial, Antonio Anastasia (PSDB-MG), que da continuidad al proceso por considerar que Dilma practicó crimen de responsabilidad. Con esa decisión, ella es apartada por hasta seis meses, hasta que haya una votación final, que decidirá por el impeachment o no.
Sin embargo, ni en la Cámara de Diputados ni en el Senado se presentan pruebas concretas que incriminan a Dilma Rousseff y que le impidan ejercer su mandato hasta el final. La acusan por las pedaleadas fiscales, por lo tanto, si eso fuese considerado crimen, el impedimento también debería aplicarse a sobre el vicepresidente Temer y para 16 de los actuales gobernadores. Por si no bastase, el propio Anastasia también utilizó las pedaleadas en el gobierno de Minas Gerais. ¡Lo que viene siendo orquestado es tan absurdo, que quien acusa son los que cometieron los crímenes por los cuales la presidenta es acusada! O sea, ¡para ella vale, para ellos no!
Aunque los fundamentos de la acusación son precarios, el origen del golpe no lo es. Se sustenta en el realineamiento de Brasil con los intereses de los Estados Unidos, en la criminalización de las luchas sociales y en la retirada de los derechos de los trabajadores. Indicios de lo que será el nuevo gobierno está diseñado en el programa “Puente para el Futuro” que reúne intereses del capital internacional y que permite que estos hagan lo que siempre se quisieron: privatizar, no permitir que Brasil se desarrolle como nación soberana y aumentar la explotación de manera inédita.
¡No es hora de desanimar! En este escenario es fundamental no sólo mantener, sino también intensificar las movilización contra el golpe propuesta por el Frente Brasil Popular, por el Frente Pueblo sin Miedo y por innumerables iniciativas de artistas, estudiantes, religiosos e intelectuales.
El sentimiento de que fuimos traicionados y golpeados se explayan, y es en las calles que llevaremos adelante grande combates denunciando a los golpistas y al modelo económico anti-popular a ser adoptado por Temer. ¡Nuestra lucha sigue y, con la frente en alto, seguiremos en alerta contra el retroceso en nuestro país!
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